20.11.16

Cuidado con elegir entre Democracia directa o representativa

Parte de la izquierda española, en estos momentos estamos confundiéndonos entre nosotros mismos sobre la democracia directa y la democracia participativa. No tienen nada que ver, son incluso antagónicas pues una suprime a la otra, las intentan mezclar pero es imposible por las responsabilidades de cada sistema de representación final, incluso parte de nuestra izquierda está convencida de que no es posible decirle a la sociedad que ellos están en contra de la democracia directa, pues sería tanto como negar el proceso democrático al derecho de decidir las personas.

Es verdad que el artículo 23.1 de nuestra Constitución dice que "los ciudadanos tiene el derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes". Abre pues la posibilidad de la Democracia Directa en este artículo, para después decir que quedan prohibidos casi todos los referéndum vinculantes. Y no debemos olvidar que el “derecho a decidir” es un sistema excelente, pero es mucho más democrático la “obligación a decidir”, pues el gran fallo de la Democracia Directa es su bajísimo índice de participación.

Convencidos pues desde parte de la izquierda que la democracia directa es más democracia que la representativa, caemos en el error de no saber diferenciarlas bien, o lo que sería peor, de no saber diferenciar hacia dónde nos lleva cada una de ellas. Mucho cuidado con la capacidad de manipulación y sobre todo por ir a lugares y decisiones donde las responsabilidades se diluyen. La inoperancia es sin duda la meta en estos procesos si se hacen mal o sin suficientes garantías.

Es verdad que en estos momentos la democracia directa en España son solo algunos intentos a nivel municipal, propiciados por los Ayuntamiento del Cambio, pero admitida como mal menor o como observatorio sociológico por otros partidos, para analizar errores o éxitos.

Pero el ejemplo de Madrid en el año 2016 es tristemente penoso, pues el nivel de participación es muy bajo, y la segmentación por edad y por nivel cultural y económico otro problema que convierte a este experimento de democracia directa en un sistema nada democrático y muy fácilmente manipulable.

La democracia directa no es nueva, lleva más de 2.500 años en la sociedad europea, con pocas experiencias duraderas excepto en la Grecia Clásica, pero con la realidad de que ser ciudadano en aquella Grecia y por ello tener derecho a decidir y votar en Asamblea Abierta, era tan complicado que no podemos llamar Democracia de todxs a unos procesos abiertos solo a "los elegidos". En España y en años antiguos hemos tenido alguna corta y pequeña experiencia en la Corona de Aragón y en Asturias, por los siglos X, XI y XII.

Cuando hablamos de Democracia Directa estamos planteando la opción de que las decisiones se tomen “entre todos” y no entre los representantes políticos elegidos por TODOS. Es decir, es un orillamiento de los políticos, fruto del asco y la desafección hacia la política de estos momentos. Pero recurrir a la Democracia Directa para evitar esto es un claro error en la dirección equivocada.

Los ejemplos de participación en Madrid (por poner un ejemplo analizado por este blog) no llevan a entre un 0,3% y un 3% de participación según asuntos, edades y barrios. ¿Es lícito aprobar cambios de cualquier tipo, cuando son votados por tan pocos ciudadanos? ¿Por qué este sistema de participación debemos desde la izquierda alabarlo y admitirlo?

Si no nos gustan nuestros representantes, la culpa es nuestra por elegirlos mal.
Si no nos gusta nuestro sistema debemos hacer lo posible por cambiarlo, pero sin crear falsas expectativas y sin abrir a la manipulación lo que proponemos.
La Democracia Directa es válida a partir de un porcentaje de participación. Y para ello antes hay que hacer una labor pedagógica inmensa. NO en forma de campaña electoral, sino de asumir la responsabilidad que como ciudadanos debería ser obligatoria.
¿Quién decide sobre qué se va a preguntar?
¿Quién decide cuánto, de qué forma, dónde, cuándo, para qué?
¿Quién controla los procesos anteriores a las consultas y a los procesos participativos, que diseñan las normas y el acceso a ellas?
¿Quién se hace responsable después, de todo el proceso de ejecución y con qué grado de responsabilidad ante decisiones que pueden ser contrarias a lo que se desea por parte de quien debe ser el responsable final de los resultados?

Y tampoco deben mezclarse o meterse en el mismo saco de la negación a la Democracia Directa, los procesos de Referéndum que sin duda en España son escasos y mal resuelto en la Constitución española. Un referéndum requiere sus normas, una participación mínima para ser tenido en cuenta y un proceso de diseño de la pregunta que es muy complejo sociológicamente. Ante un mismo tema se pueden obtener resultados muy diferentes según el texto de la pregunta, y eso es también manipulación.

Por último reseñar que la Democracia Directa, aunque pueda sonar a parecido, no es anarquismo teórico puro. El anarquismo es tan complejo de entender y de poner en funcionamiento, que puede decir uno y lo contrario, sin contradecirse. Está en contra de las jerarquías pero no admite el consenso. A favor de la libertad total de las personas y sus decisiones tomadas para todxs, pero admitiendo que las minorías no pueden quedarse apagadas. A favor de la horizontalidad y el asamblearismo, pero a favor también de las Confederaciones verticales.

Un sistema de gobierno (grande o pequeño) de Democracia Directa, nunca de momento es un sistema mayoritario. No se decide con arreglo a lo que ordena la mayoría del grupo total, sino a lo que decide en un momento dado la mayoría presente. Que son dos conceptos muy muy diferentes. ¿Quienes y cuantos están presentes? ¿Por qué están presentes? ¿Si a una reunión de 80 personas yo llevo a 60 vecinos míos para votar algo que nos afecta solo a nosotros, es democrático? ¿Deben llevar a cabo la decisión de los 140, no ya los 80 que han votado divididos propiciando que ganaran los 60, sino los 6 que al final son los que van a llevar a término la gestión de las decisiones? ¿Qué parte de responsabilidad tienen los 65.000 (menos 140) que no han acudido a esa reunión, pero que sí les afecta la decisión manipulada por la suma de los 60 transportados y los 80 que han votado divididos?

Julio Puente Mateo