4.4.16

Aragoneses: López Otín y Elías Campo. Sabiñánigo y el lindano

Dedicado a las familias de Berdún que pudieron tener una vida digna trabajando en las industrias químicas de Sabiñánigo: Fosforera y Aragonesas.

Esta entrada va dedicada en particular a Sabiñánigo. No será la única. La memoria afectiva de la montaña oscense occidental está ligada a las luces y las sombras de este reciente asentamiento que multiplicó por cien su población en el siglo XX, viviendo una explosión demográfica comparable a las grandes ciudades inglesas del siglo anterior o como Zaragoza en el mismo momento.

El entorno industrial de la localidad, tan complementario a Jaca, alberga un sinnúmero de servicios e iniciativas que han favorecido, dado brillo con sus iniciativas y permitido en realidad la vida en la montaña. La de sus habitantes sin patrimonio ni tierras. Así, quizá su más relevante aportación haya sido la de poder hacer una emigración interior hacia Sabiñánigo dentro de la propia comarca para vivir una vida fuera de la casa montañesa. Con un salario digno e independencia suficiente para formar una familia, sin que la casa y el origen pesen.


Plaza del Ayuntamiento de Sabiñánigo es la de un pueblo de nueva creación en el siglo XX, racionalista sin estar justificado como en Teruel por la destrucción de la Guerra Civil. Es la imagen que corresponde a un “pueblo de colonización”, el far west de la montaña occidental de Huesca donde intentar un sueño americano, emanciparse de la esclavitud de la casa de la montaña.

Pero, además, en los años 70, Sabiñánigo lideró un impulso regenerador del románico lombardo que motivó un orgullo por la singularidad del arte pirenaico que trascendió el Serrablo. Tras ello, fue a vivir Severino Pallaruelo y empezó a publicar estudios y libros que dignificaron la montaña. Luego vinieron las crisis en Aragonesas y el desastre de gestión de Bailín y el lindano, que no se pueden imputar a Sabiñánigo. Todo ello lo vivió también Monzón al mismo tiempo y por las mismas razones. Por último, aparecen Escartín y el impulso desde el Club Ciclista Sabiñánigo de la Quebrantahuesos. Todos estos temas merecerán atención particularizada. Más que Jaca, es Sabiñánigo por su composición poblacional y diversidad de su vida social el alma de la montaña.

Pero esta entrada quiere poner la atención sobre López Otín y Elías Campo, el último de Boltaña. Ambos en Oviedo están con sus investigaciones suponiendo un revulsivo para el combate contra el cáncer por sus descubrimientos y catalogación de proteínas asociadas al mismo y su crecimiento.
Podéis encontrar abundantes entrevistas e información en la red acerca de sus interesantes investigaciones. Se puede decir que desde Ramón y Cajal, López Otín es el principal científico aragonés de la historia en este campo, candidato como el primero a un Nóbel bien merecido.

Esta Semana Santa, Sabiñánigo se ha vestido de gala para homenajearle y, por fin, nombrarle hijo predilecto del municipio serrablés. Ello ha motivado una catarata de artículos en el Diario del Alto Aragón, el Pirineo Aragonés de Jaca –decano de la prensa aragonesa- y el Heraldo de Aragón. No podía ser menos.

En ellas, López Otín ha sido inquirido y puesto él mismo el acento en que su vocación investigadora fue incentivada por el claustro de profesores del instituto de su localidad para que él mismo pudiera volver y ponerse al frente de equipos de producción de la industria química de Sabiñánigo pero que su inteligencia –decimos nosotros, él es muy modesto- fue enseguida reconducida desde la Facultad de Medicina de Zaragoza a los menesteres al servicio de la humanidad en su conjunto de los que ahora se ocupa en Asturias.

Y allí viene el cierre de la entrada: él ha mencionado sotto voce que la industria química de Sabiñánigo tal como se configuró en los años 40 del siglo pasado, ahora no podría concebirse ni ejecutarse. El fracaso en la gestión del lindano es la prueba palmaria de que España fue la India de la Unión Cardibe de la época. Y que el desarrollo de Sabi se sigue pagando.

Cuando Delsa y Orache Desinfección enronan de pastillas de cloro toda Europa depurando sus piscinas, cuando el agua de excelente calidad al norte de Sabi propició la instalación de la fábrica de suero Bieffe Medital –que ironía- y ambas empresas amplían afortunadamente plantillas, garantizando el presente y futuro industrial que dan ese aire urbano a la localidad y garantizan el empleo de Jacetania también en temporadas de poco turismo, da que pensar cuál hubiera sido el destino del río Gállego de no haber desarrollado plenamente López Otín su vocación. Si el mismo, con su demostrada preocupación por el medio ambiente y respeto a su origen, nos hubiera podido devolver la vida al único río contaminado de forma irreversible en Europa Occidental, lo que ya es mérito.

Luces y sombras de Sabiñánigo, de Cartagena, de las cuencas hulleras o mineras de Teruel, de Río Tinto o de los mineros del mercurio de Almadén. Tenemos un estado del bienestar debido a esa industrialización pero sacrificamos demasiadas cosas y somos un vertedero europeo todavía. Nada de ello se ha corregido por desinterés aunque las tasas de cáncer, precisamente, de los consumidores de aguas del Gállego sean enormemente superiores a la media aragonesa. La ciencia como responsabilidad social: potenciemos la investigación sobre qué se pueda hacer con el lindano para tratarlo y convertirlo en Bailín en un veneno útil.

Os dejo con una parte de una entrevista a Severino Pallaruelo, un profesor que cambió tantas vidas como Labordeta o como el cheso Domingo Miral, para mí la trilogía sentimental de cualquier emigrante de la montaña.

-¿Qué es para usted el Pirineo, qué le sugiere, qué le evoca?

-Son las montañas en las que me crié y donde he pasado casi toda mi vida. Pero nada más. Un escenario, muy querido, sí, pero solo eso. El envoltorio de las vivencias, de los sentimientos, de las sensaciones, la casa de mucha gente a la que quise y quiero. Estas cosas -los sentimientos, las personas, las relaciones, las ideas- son lo importante. Las montañas solo brindan el escenario.

28/04 Luis Iribarren.